Resonancia = Eco, vibración, repercusión, resonar.
A Través de la Ley de la Resonancia entendemos que todo en el universo se comunica entre sí por medio de vibraciones. Todas las cosas y todos los seres vivos en el mundo conocido tienen una vibración propia. Lo mismo sucede con todos los órganos y células de nuestro cuerpo, y toda la materia. Si investigamos la energía vibratoria de la materia, comprobaremos que distintos objetivos oscilan con diferentes frecuencias, y algunos oscilan con una frecuencia igual o similar entre sí. Esto lo vemos en el piano: si pulsamos una nota en el piano veremos que todas las cuerdas, al resonar con la nota pulsada (es decir que reconocen la nota pulsada y armonizan con ella), entran en vibración. Las notas podrán ser más altas o más graves, pero mientras estén en resonancia vibrarán. Otras personas, cosas o acontecimientos no pueden evitar el campo de oscilación que creamos en nosotros mismos, cuando resuenan con nuestra frecuencia creada.
Todo está obligado a reaccionar con ella. De la misma manera que las demás cuerdas del piano, que resuenan con la cuerda pulsada, no pueden evitar vibrar con esa cuerda, también las personas, las cosas o los acontecimientos no pueden evitar vibrar cuando se hallan en el mismo plano de oscilación que nosotros.
Pero ¿cuál es la ventaja de que otros se sientan llevados a oscilar con nuestra energía? Aquí entra en juego la segunda afirmación básica de la Ley de la Resonancia: Características humanas similares se atraen. Todo lo que resuena con nosotros será atraído a nuestra vida de manera inevitable, pero esto no siempre será positivo para nosotros. Por ejemplo, la vibración puede ser tan fuerte, que destruya la materia. Un cantante de ópera puede provocar que una copa se rompa únicamente con el timbre de su voz. A través del espacio él dirige la energía hacia la copa Cuando la energía transportada tiene la misma vibración que la copa, es decir, la misma frecuencia natural que la estructura molecular de la copa, la carga puede alcanzar tal magnitud que rompa la copa en pedazos. Evidentemente, nosotros no nos “rompemos” como un vaso. La llamada energía de oscilación “negativa”, que forma parte de nosotros, puede hacer vibrar todo tipo de áreas en nuestro interior que no deseamos, o atraer a nuestra vida acontecimientos que son desagradables o quizá incluso perturbadores. Por ello, es tan importante saber cuál es nuestro nivel de oscilación y qué campo de resonancia creamos de manera consciente o inconsciente.
En 1993, por ejemplo, se quiso investigar el poder de los sentimientos sobre el cuerpo humano y se concentró en aquella parte de nuestro cuerpo que se creía responsable de la formación de los sentimientos: el corazón. Ya desde las primeras investigaciones se hizo una constatación sumamente sorprendente, y en toda regla desconcertante, que no se había descubierto antes: el corazón está rodeado de un campo de energía poderoso, que tiene un tamaño de aproximadamente dos metros y medio de diámetro. Esto hay que imaginárselo: el corazón produce un campo de energía que es, con mucho, mayor que el campo de energía del cerebro. Hasta ahora la ciencia había determinado que el cerebro, con todos sus impulsos electromagnéticos, poseía el mayor “radio de emisión”. Y ahora se ha encontrado un campo de energía que es infinitamente mayor, tiene tanta fuerza que va mucho más allá del propio cuerpo. Se acepta que el campo de energía que emana del corazón, en realidad, tiene un radio incluso sustancialmente mayor que lo medido, si bien los insuficientes sistemas de medición de los que disponemos hoy en día no permiten mediciones más exactas.
A medida que se seguía investigando se descubrió que el campo eléctrico y magnético que emana del corazón no sólo es creado por nuestras emociones, sino que recibe toda su fuerza a través de otra causa significativa, es decir, a través de nuestras convicciones, a través de las cosas en las que creemos profundamente y en base a las cuales organizamos nuestra vida. Todo esto se encuentra como información en la energía que emite nuestro corazón y será transportado con la máxima fuerza de emisión de todo nuestro cuerpo no sólo a nuestro cerebro sino al mundo. Son muchas las frases en las que se encuentra el eco de esta antigua verdad: “Protegía sus cosas con las fuerza de la convicción”, “Es el deseo del corazón”, “Con la fuerza del deseo del corazón”, y naturalmente, “Con la voz del corazón”.
La Ley de la Resonancia siempre dice si. Te confirma siempre tu fe. No te contradice. Si por ejemplo crees que tu vida no funciona, o no tiene ningún sentido profundo, con seguridad esto será confirmado. Si crees que te corresponde una relación amorosa, profunda y sincera, dinero, riquezas interiores y exteriores, si crees que tu vida tiene un sentido profundo que todo lo abarca, con seguridad esto se manifestará en tu vida. Siguiendo la Ley de la resonancia, no podrá manifestarse otra cosa. Para la energía es básicamente igual que lo que pides sea moralmente elevado o totalmente reprobable, si te es útil, o entorpece tu vida. La energía no pregunta sobre la moral y no valora. La energía reacciona a cada paso según los impulsos que emites.
Y tú ¿qué crees? Tú confianza es la fuerza que todo lo decide. Decídete y organiza tu vida de manera adecuada. La energía más poderosa que tenemos a nuestra disposición es el amor. ¡Enamórate de tus deseos! Esto crea la más grande energía positiva. ¿Podemos influir con nuestra fuerza mental en un ADN que se halle alejado de nosotros? Los problemas no se pueden nunca resolver con el mismo mecanismo mental que los ha hecho aparecer.
Si queremos conseguir los resultados que deseamos, deberíamos empezar observando y controlando nuestros pensamientos, sentimientos y convicciones, porque todo lo que pensamos o sentimos, TODO produce un campo de resonancia.
¿Es posible modificar también la materia por medio de la fuerza mental?
Somos lo que pensamos. Todo lo que somos es el resultado de nuestros pensamientos
En cuanto nos consideremos como parte de este mundo y no como algo separado de él, habremos dado el primer paso importante para atraer a nuestra vida todos nuestros deseos y anhelos. A partir de ahora, no nos abandonaremos sin pensar a cualquier pensamiento negativo: sabemos que también estos pensamientos producen un campo de resonancia, que se une a otros e influye en nuestra vida en una dirección que no queremos. Cuando comprendamos de qué manera estamos unidos con todo, tendremos acceso a la mayor fuerza del universo. Cuando modificamos los patrones de nuestras certezas, nuestras viejas, pesadas, convicciones y nuestra idea de nosotros mismos, entonces todos esos sucesos y personas, que han vibrado hasta ahora en este campo de energía negativo en consonancia con nosotros, ya no estarán en consonancia, es decir, desaparecerán de nuestra vida. En su lugar, atraeremos a nuestro entorno nuevas experiencias y otros horizontes que vibrarán con nosotros por medio del pensamiento positivo.
Pierre Franckh
Extracto del libro: La ley de la Resonancia
Fuente imagen : haelanlifestream.com
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